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Son varios los comentarios que me hacen, tanto de las novelas, como de las presentaciones, charlas, actos y comentarios que hago en mis publicaciones. Y la verdad, es que me encantan, tanto si son para halagarme como para hacerme ver aquello que se me escapa, eso que uno no es capaz de ver y que, los que te quieren, te hacen darte cuenta.
Aquí voy a poner algunas, pero empezará por una de las últimas que he recibido, concretamente la de Ignacio, un lector cero cuyo comentario fue tras leer la novela que hace poco he acabado de escribir y en la que estoy ultimando cositas para acabar de pulirla y pensar en editarla.
RESEÑA:
Una trama dividida en dos subtramas bien construidas con muy buen desarrollo de alternancia, en mi caso he pasado de uno, con el pensamiento puesto en el otro, que al devenir de éste no he perdido el hilo del primero, ese manejo, me
parece genial.
Bajo mi punto de vista el ritmo de esas tramas es el culpable de mantenerlas vivas y crea un ambiente de tensión e intriga, que si bien, en el caso de Ezequiel, y en el de el colombiano, desemboca en un final un tanto inesperado,
aunque de alguna manera lógico; en el caso de Rebeca, no tuve esa percepción porque terminando la lectura presumí el final (nexo entre título de la obra y sentimientos, valores y crítica social de Ezequiel). Por otra parte bajo mi
parecer es una narración muy bien contada, con unos diálogos entre los personajes muy costumbristas, de calle, manejados con exquisito gusto, enriquecidos con reflexiones, meditaciones evaluando sobre comportamientos, pensamientos,
actitudes y motivaciones, utilizando con naturalidad figuras literarias o retóricas como el oxímoron (”un silencio profundo en su mudez”), “ el símil (”la vida se escapa como agua entre los dedos “, “Sobre los tejados, las nubes
danzaban como algodón de azúcar”), la hipérbole (“La tensión era tan densa que se podía cortar con un cuchillo”), la personificación (“Sabía que la muerte era solo un tránsito veloz. Que después de cruzar el umbral, ya no había dolor”.
“Porque el cielo, también llora”).
Alguna cosa ”-por decir algo-” bajo mi humilde opinión Ezequiel, personaje curtido, de amplia experiencia, grandes conocimientos, acreditaciones académicas, etc. creo que pierde un poco la oportunidad de poner en valor todo este
curriculum, para crear un ambiente de investigación más sofisticado con perspicacias psicológicas y tal vez alguna prueba indiciaria de segundo orden y que de alguna manera llegara a la prueba concluyente de la pulsera (tatuaje)
y evidentemente del reconocimiento de teresa (la taxista). Otra cosa que echo un poco en falta es que tal como ironizas con expresiones “ Corto, amargo, fuerte y expreso. Como la misma palabra C.A.F.E. indica”, no lo hagas con muchas
más, ya que queda muy bien en la historia. Son una continuidad, pero en este caso cultural/histórica –me explico: en tus paseos por Sant Boi–, no estaría de más, que, igual que haces cuando pasas por la casa de Casanovas (las breves
reseñas del personaje), o cuando lo haces por las Termas (contando cuál fue el primer Samboiano), lo hicieras por el Psiquiátrico con una breve reseña de Benito Menni, etc., no estaría mal –bajo mi entender–como complemento.
Ezequiel me encanta, no es la novela negra el género que más tiempo me ocupa en su lectura, sin embargo, este personaje humano donde los haya, con valores, sentido de la justicia, amante de su familia y sus amigos, con extrema fidelidad
a lo justo, con esas contradicciones, esa lucha interna, esos diálogos profundos y ese final épico de sin cargo de conciencia, es la caña. Por otra parte, creo que has sabido relatar las tramas con la sutileza necesaria, de forma
que el lector no se pierda con los personajes, incluso al no haber leído tu novela anterior “Qué harías tú” o la primera de esa trilogía «El miedo de Amanda»
En definitiva, tu novela me ha encantado y por supuesto la recomendaré; sólo me queda felicitarte y animarte para que nos sigas deleitando y creciendo como escritor, también agradecerte el detalle de tener el privilegio de haberla
leído en su parto. Un abrazo