EL ARTE COMO REFUGIO.
El arte tiene muchas formas de abrirse camino, y Vicente ha querido explorarlas con la calma de quien observa y siente. Entre la literatura y la pintura ha encontrado dos lenguajes distintos, pero complementarios: uno hecho de palabras, otro de colores.
Mientras escribía relatos y compartía reflexiones en algunos diarios locales —con la intención de ofrecer a los lectores una mirada cercana sobre temas tan humanos como las separaciones, los conflictos familiares o los riesgos que acechan a los jóvenes—, descubrió en la pintura una manera diferente de expresarse.
Los pinceles, sin buscarlo, se convirtieron en un espacio de serenidad. No hubo propósito de carrera ni ansias de perfección, solo el deseo de experimentar, de dejar fluir aquello que no sabía que habitaba en él.
Hoy, algunas de esas pinturas cuelgan en las paredes de su casa. No son solo cuadros: son fragmentos de tiempo, instantes de silencio y de búsqueda interior.











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